
Chamorga
Macizo de Anaga


Chamorga es uno de los últimos rincones realmente salvajes de Tenerife. Situada en el extremo noreste de la isla, dentro del Parque Rural de Anaga, esta pequeña aldea es el final de una carretera estrecha y serpenteante que parece llevarte a otro tiempo. Rodeada por montañas cubiertas de laurisilva, barrancos profundos y crestas afiladas, Chamorga es el punto de partida para algunas de las rutas de senderismo más espectaculares de la isla.
El caserío es pequeño y tranquilo, con casas sencillas encajadas entre la vegetación, y apenas se oye más que el viento, los pájaros y, con suerte, alguna cabra pastando. Aquí se respira autenticidad: no hay grandes restaurantes ni tiendas de souvenirs, solo naturaleza, historia rural y mucho silencio. Es el lugar perfecto para desconectar del mundo y conectar con el entorno.
Desde Chamorga parten senderos hacia lugares como el Faro de Anaga —un faro solitario colgado sobre el océano—, el caserío de Roque Bermejo o la Punta de Anaga, uno de los puntos más aislados de la isla. Las rutas, aunque exigentes, recompensan con vistas dramáticas del mar, acantilados vertiginosos y una sensación de aislamiento absoluto.
Aunque remoto, Chamorga tiene algo acogedor. En algunas casas rurales se puede comer comida casera o alojarse para explorar la zona con más calma. Todo gira en torno a la montaña, el mar y la tradición. No hay cobertura en muchos tramos y eso, lejos de ser un problema, es parte de su encanto.
Chamorga es para quienes buscan lo auténtico, lo intacto y lo esencial. Es Tenerife cruda, silenciosa y profundamente bella.

