
Taganana
Macizo de Anaga


Taganana es uno de esos lugares que parece resistirse al paso del tiempo. Escondido en el corazón del Parque Rural de Anaga, este pequeño núcleo rural es un tesoro entre barrancos, montañas cubiertas de laurisilva y caminos serpenteantes que llevan al mar. Llegar hasta aquí ya es una experiencia: la carretera se retuerce entre acantilados y curvas cerradas, revelando a cada paso vistas que cortan la respiración.
Fundado en el siglo XVI, Taganana mantiene una arquitectura tradicional que lo diferencia: casas blancas con tejados rojizos, construidas en terrazas sobre las laderas, adaptándose al terreno abrupto. En su iglesia, una de las más antiguas de Tenerife, se respira un silencio que invita al recogimiento. Y en el entorno, la vida parece seguir un ritmo más lento, más conectado con la tierra.
Muy cerca están algunas de las playas más salvajes de la isla, como Almáciga y Benijo. No tienen hamacas ni chiringuitos, pero sí olas bravas, arena negra y puestas de sol que te dejan sin palabras. Entre baño y baño, nada como sentarse en uno de los pequeños restaurantes familiares para probar pescado fresco, papas arrugadas y vino local.
Taganana no es solo un lugar bonito: es una experiencia. Una mezcla de historia, paisaje, cultura rural y contacto directo con la naturaleza. Perfecto para quienes buscan perderse un rato, mirar el mar desde lo alto y entender que Tenerife es mucho más que sol y playa. Aquí, el tiempo no corre: se vive.

