Puerto de la Cruz

Puerto de la Cruz, uno de los destinos turísticos más antiguos de Tenerife, combina su pasado elegante con un ambiente juvenil y relajado. Su ubicación en el fértil Valle de La Orotava, ofrece paisajes verdes, clima suave y una costa colorida.

El corazón del pueblo es la Plaza del Charco, una plaza con árboles, cafés y tiendas que funciona como punto de encuentro espontáneo. Alrededor se extiende el casco antiguo, con calles peatonales adoquinadas, edificios tradicionales con balcones canarios y una oferta creciente de cafeterías, galerías y arte urbano, especialmente en el barrio de La Ranilla, donde los grafitis dan vida a las fachadas.

Uno de los mayores atractivos es el Lago Martiánez, obra del artista César Manrique: un complejo de piscinas de agua salada conectado al mar, rodeado de esculturas, islas y jardines que invitan tanto a tomar el sol como a nadar. También merece una visita el Museo Arqueológico, que conserva cerámica guanche auténtica, momias y figuras rituales únicas que permiten entender mejor la cultura original de la isla.

La Ermita de San Telmo, construida sobre lava volcánica en el paseo marítimo, y la iglesia de la Peña de Francia, con su interior mudéjar y retablos barrocos, aportan un carácter histórico y espiritual al entorno. Muy cerca, la Casona de San Fernando, con sus jardines y arquitectura británica decimonónica, refleja la influencia de viajeros ingleses que se asentaron en el valle durante el siglo XIX.

Además de su patrimonio, el Puerto es punto de partida privilegiado para explorar el norte: desde aquí puedes acceder fácilmente a la Orotava, Garachico, Masca o el Parque Nacional del Teide. También es una base ideal para excursiones en barco de avistamiento de cetáceos o trayectos astronómicos al Teide con guías especializados.

Por la noche, la ciudad mantiene su encanto: la animación gira alrededor del centro y el paseo marítimo, con bares tranquilos, música en vivo y una oferta variada para todos los gustos. En Carnaval, cada febrero, la ciudad se viste de fiesta entre disfraces, carrozas y comparsas que llenan las calles de alegría.

Puerto de la Cruz es un destino que sabe mezclar naturaleza, ocio y autenticidad: un lugar donde el turismo de antaño convive con propuestas modernas, todo ello bañado por el Atlántico.