Afur

Afur es un rincón escondido entre las montañas del macizo de Anaga, en el noreste de Tenerife, donde el tiempo parece haber bajado el ritmo. Este pequeño caserío, rodeado de laderas verdes y barrancos profundos, es un punto de partida perfecto para adentrarse en una de las zonas más salvajes y menos transitadas de la isla. Llegar ya es parte del viaje: una carretera estrecha y sinuosa te lleva hasta un lugar donde la señal de móvil se esfuma, pero la conexión con la naturaleza se intensifica.

Desde Afur nace una de las rutas de senderismo más espectaculares de Tenerife. El sendero que baja por el Barranco de Afur hasta la Playa de Tamadite es un clásico para los amantes del trekking: comienza entre laurisilva húmeda y poco a poco va abriéndose paso entre paredes rocosas, hasta llegar a una playa negra y solitaria donde el océano rompe con fuerza. En días claros, el contraste entre el azul intenso del mar, el verde del barranco y la arena volcánica es simplemente hipnótico.

Además del acceso a Tamadite, Afur conecta con otros caminos tradicionales que cruzan Anaga hacia Taganana, Taborno o Roque Negro. Los paisajes cambian constantemente: de frondosos bosques a zonas áridas, de barrancos con agua a miradores naturales con vistas infinitas al Atlántico.

Afur no tiene grandes servicios ni tiendas, pero su encanto está precisamente en eso. Lo que encuentras aquí es autenticidad rural, casas sencillas, tranquilidad absoluta y rutas que aún se sienten secretas. Para quienes buscan una experiencia más cruda y real, alejada del bullicio y lo artificial, este lugar es una joya.

Explorar Afur es caminar por caminos antiguos, dejarse envolver por el silencio del barranco y llegar al mar sin prisas. Es una de esas joyas del norte de Tenerife que se viven más con los sentidos que con las fotos.