Playa de los Roques
Los Realejos
La Playa de Los Roques, en Los Realejos, es una de esas paradas que captura la esencia más agreste y auténtica del norte de Tenerife. Con unos 350 metros de largo y unos 20 metros de ancho, esta cala mezcla arena negra volcánica con callaos y está coronada por dos roques gigantes que emergen del océano, creando una imagen que parece sacada de otro planeta.
Su acceso no es directo: se llega por el famoso sendero del agua, una ruta costera que atraviesa el Paisaje Protegido de la Rambla de Castro. Esa caminata te deja justo en la cala, rodeado de acantilados y vegetación típica canaria. No hay aparcamiento ni servicios. Todo muy natural y sin artificios, lo que lo convierte en un rinconcito poco frecuentado, ideal para fotografía y contemplar la fuerza del mar.
Ojo al baño: el oleaje es intenso, con corrientes fuertes incluso en verano, así que el chapuzón se desaconseja casi siempre. De hecho, las mismas autoridades locales han llegado a cerrar el acceso cuando el sendero de acceso se volvió peligroso por desprendimientos desde lo alto del acantilado.
Lo mejor es ir con calma: baja hasta la arena, siente el contraste entre el agua cristalina y la arena oscura, observa la luz del atardecer reflejándose en los roques… y luego da la vuelta sin meterte al agua. De vuelta, puedes continuar por el sendero hacia otras playas o alargar tu paseo por los acantilados.
Consejos útiles: lleva calzado cómodo para andar sobre callaos y tierra, agua y alguna prenda ligera por si refresca con el viento. No hay sombra ni servicios, así que prepara lo básico. Si vas con coche, aparca antes de entrar al sendero y camina. El bus urbano llega cerca y también puedes llevar bici si estás animado.
En resumen: la Playa de Los Roques es un escenario minimalista, salvaje y visualmente potente. No apta para el baño, sí perfecta para quien ama la naturaleza indómita y busca rincones con carácter en Tenerife.
